Bar Restaurante El Charré

Carretera Prado de la Torre, 41110 Bollullos de la Mitación
Teléfono: 955 49 72 34

En muchas ocasiones me gusta huir de la ciudad para darme un homenaje en algún mesón o restaurante rural donde se coma bien, buscando platos de cuchara contundentes, guisos o carnes a la brasa. Con el otoño llega el ruralismo y eso es algo que me encanta. Algunos restaurantes rurales de nuestra provincia son una delicia y no les hacemos ni caso. Por lo general poseen cocinas respetuosas con el entorno, basadas en el producto y la tradición, con debilidad por la cazuela. Reconozco mi desconocimiento total de la existencia de este local. Tuvimos que pasar por la puerta para darnos cuenta que teníamos que volver a conocerlo. Es el típico caso de restaurante del que poca gente ha oído hablar, pero luego todo el mundo conoce por la historia que acumula. Para quien no lo sepa, el Charré (del francés charrette) es un carruaje inglés de dos ruedas, con dos o cuatro asientos que va montado sobre ballestas que van unidas a la caja en forma de cuello de cisne.

El espacio que ahora ocupa este restaurante, ha alojado antes otros negocios hosteleros, Casa Marcelino o Casa Juanma fueron establecimientos que pasaron por aquí. Hasta que hace poco más de un año José Fernández Millán se fijo en él. Conocimos a José al frente de la Taberna La Huella, en Almensilla. José es un almensillero amante de las motos, que empezó muy joven trabajando en los negocios de hostelería de su familia. Una familia que llegó a regentar hasta 18 establecimientos, sobre todo en el Aljarafe, (Coria, Bollullos, Umbrete, Benacazón…). El padre de José le cedió un local que tenía en Matalascañas y allí se puso en marcha el 27 de julio de 1992 el mítico Harley, un bar motero que estuvo funcionando 10 años. Al volver a Almensilla José inauguró el club Ciclope Harley-Davidson que estuvo en marcha varios años hasta que en 2014 abrió La Huella, una antigua cochera reformada como taberna motera que acaba de traspasar para centrarse en este enorme y singular mesón. El concepto cambia casi en todo, sobre todo en la enorme oferta para comer, algo que no tenía su anterior local de Almensilla.

Una de las cosas que hace único este lugar es la decoración. Al llegar no vais a tener problemas de aparcamiento. Vamos, que metes el coche en una enorme zona justo pegada al establecimiento, y ya podéis soltar a los niños para que jueguen mientras llegan los primeros platos. En el Charré podemos encontrar varios espacios diferenciados, pensados para ocasiones diversas. Lo primero que vemos a la entrada es una gran terraza de césped artificial, perfectamente ordenada y con sombrillas para comer al aire libre los días de sol. A la izquierda un vallado de mesas altas para una cerveza informal y un escenario para música en directo. Una vez dentro, vemos la barra al frente y dos salones repletos de objetos curiosos, antiguos, diferentes y llenos de historia. Un recorrido lleno de sorpresas donde es posible encontrar prácticamente de todo: cuadros antiguos, trabajos de esparto, damajuanas, candelabros, vetustos aparadores… Una especie de museo de reliquias. Si avanzamos hasta el segundo salón, vamos descubriendo la misma decoración abrumadora de cuadros con marcos dorados y paredes con papel pintado de rayas verticales, a modo de una antigua pinacoteca.

Hasta aquí la literatura; ahora el pragmatismo. Lo primero a destacar es que el entorno no invita a las prisas y la comida da para largas sobremesas, a medio camino entre el recetario tradicional andaluz y la cocina de sabores regionales. En cuanto a la comida, recetas a base de buen producto: que si migas, que si menudo, que si arroz con perdiz, o su especialidad, los arroces. De bienvenida nos invitaron a dos Canastas fríos y nos sentamos en una zona reservada del interior. La carta comienza con un largo picoteo: Patatas con distintas salsas, variados de croquetas, su famosa carne mechá, tostas como la de sobrasada con huevo y miel o la tabla de quesos. Platos fríos como el tomate aliñado con atún o con queso y jamón, y varias ensaladas. Especialidades como las patatas trufadas, la hamburguesa casera o el serranito del señorito. Del mar, pescado frito como los chocos, adobo o boquerones, pulpo plancha, zamburiñas o lubina entera. Destacan las carnes, lagarto ibérico, abanico, churrasco de cerdo o entrecot de ternera, y los arroces marinera o negro meloso o los fuera de carta de carrillera o perdiz.

Mi recomendación es que maridéis los platos con un buen vino. Algo a destacar es la amabilidad del personal. Un equipo joven y muy agradable, siempre atentos a los clientes. Lo cierto es que la comida es correcta, todo está elaborado con productos de proximidad, a buen precio y, un detalle más importante de lo que parece, en las raciones generosas que esperamos cuando vamos a un sitio de este tipo. Ha sido una experiencia interesante lejos de la gran ciudad. Así que si queréis degustar una buena comida tradicional andaluza, este es un buen sitio. Trato agradable y platos de sabor, todo por un precio más que justo. Nuestra comida para tres, nos costó 54,00€. Seguro que volveremos.

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2 Comentarios

  1. Chencho… Ni un precio igual a los que pusiste en noviembre.

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