Plaza de la Constitución, 41400 Écija, Sevilla
Teléfono: 955 89 74 85
En pleno corazón de Écija, donde cada esquina guarda una huella barroca, el Palacio de Benamejí se abre como un relicario de piedra y memoria. Levantado en el siglo XVIII, fue en su día símbolo de poder y prestigio de los marqueses de Benamejí; más tarde, acogió tropas, instituciones y archivos, hasta convertirse hoy en uno de los grandes custodios del patrimonio andaluz gracias al Museo Histórico Municipal que ocupa buena parte de sus salas. Pero este palacio no se ha conformado con ser solo historia: también se ha convertido en escenario para el presente, ofreciendo un lugar donde la cultura se prolonga en otro lenguaje universal, el de la gastronomía. Así, entre portadas señoriales, galerías porticadas y una escalera monumental coronada por una bóveda de frescos, late hoy un espacio inesperado: el restaurante Las Ninfas.
El Restaurante Las Ninfas conserva intacto el espíritu solemne del Palacio de Benamejí, pero lo traduce en una intimidad casi doméstica. No es un lujo estridente, sino un refinamiento sereno, que invita a permanecer. Las mesas, vestidas con manteles blancos, marcan un contraste delicado con la madera oscura de las sillas, creando un equilibrio entre sobriedad y calidez. En las paredes, más que simples adornos, se alzan esculturas clásicas y fragmentos arqueológicos, testigos de un pasado que se exhibe sin ostentación. Comer aquí es hacerlo rodeado de siglos de historia: cada detalle nos recuerda que estamos dentro de un museo vivo, donde la gastronomía no se plantea como un añadido, sino como una prolongación natural de la cultura que alberga el edificio. El espacio juega con los silencios y las presencias: una figura pétrea en una esquina, un capitel romano en diálogo con la madera restaurada, una lámpara discreta que baña un grabado. Todo parece dispuesto para que la mirada, entre plato y plato, encuentre siempre un punto de contemplación. El resultado es un comedor íntimo, recogido, donde lo solemne no ahoga, sino que protege. Pero el alma del restaurante se despliega también en el patio central, verdadero corazón del palacio y hoy terraza de ensueño. Allí, los toldos blancos filtran la luz y la convierten en un resplandor suave, que acaricia las mesas sin deslumbrar. Las plantas trepan discretas por los muros de ladrillo visto, suavizando la fuerza de la arquitectura barroca, mientras que la piedra conserva la frescura incluso en las horas más cálidas. Bajo sus sombras, el rumor del agua y los ecos de los arcos se entremezclan con la conversación de los comensales, logrando una experiencia sensorial completa: se ve, se escucha, se saborea, como si todo el entorno conspirase para que la memoria retuviera no solo el sabor de los platos, sino también la huella del lugar.
La propuesta gastronómica de Las Ninfas es, ante todo, un homenaje a la cocina tradicional andaluza con un sello muy marcado por Écija. La carta se estructura en torno a platos de raíz que combinan la sencillez campesina con la herencia de la mesa señorial. Entre los entrantes, imprescindibles son el salmorejo ecijano (7 €), espeso, con su huevo picado y taquitos de jamón, o las croquetas caseras de puchero (8 €), cremosas y de sabor profundo. En arroces, la estrella es el arroz con perdiz (18 € por persona), plato de lenta cocción que recuerda a las cazuelas familiares. Le siguen clásicos como el pollo al ajillo (12 €), la carrillada ibérica estofada en su jugo (15 €) o un secreto ibérico a la brasa (16 €), siempre acompañado de guarniciones. En pescados, destaca la merluza en salsa verde (14 €) o el bacalao gratinado con alioli suave (15 €). El apartado dulce merece mención propia: la tarta Comadre (5 € la porción), emblema repostero de Écija, convive con flanes caseros y helados artesanales, cerrando el menú con una nota entre la tradición y la celebración. La bodega, bien seleccionada, ofrece vinos andaluces —finos, manzanillas, tintos de la Sierra Norte de Sevilla— con precios que oscilan entre los 12 € y los 22 € la botella, lo que permite acompañar la experiencia sin excesos. Mientras que en el salón la carta se impone con platos bien servidos y presentaciones formales, la terraza invita a otro ritmo, con tapas como la ensaladilla casera (3 €), chacinas locales (4 €), flamenquín cordobés individual (4,50 €) o una mini-cazuela de carrillada (5 €) que condensa en pequeño la esencia del guiso mayor. Es una carta pensada para compartir y prolongar la sobremesa entre copas de vino o cañas bien tiradas, acercando al visitante a la vertiente más popular y distendida de la gastronomía ecijana.
Pocos restaurantes logran que la memoria de un edificio histórico se funda con el placer de la mesa sin restarse protagonismo. Aquí, arquitectura y cocina se abrazan con naturalidad, logrando que un almuerzo o una cena sean también un viaje: un regreso a las raíces de Écija, un diálogo con la historia que se mastica en cada bocado. Visitar Las Ninfas es dejarse llevar por la seducción de un entorno que eleva lo cotidiano a experiencia cultural. En Las Ninfas, historia, arquitectura y gastronomía se conjugan en un mismo palacio barroco. Lo que en otros lugares es lujo, aquí se convierte en un privilegio accesible: sentarse entre piedras que narran siglos y degustar platos que celebran la tierra. Una experiencia que convierte cada visita en memoria perdurable.