Restaurante Rafael Ruiz

Calle Amador de los Ríos, 46, 41003 Sevilla
Teléfono: 954 41 57 60

El barrio de San Roque, ubicado en el extremo del distrito Nervión, es uno de los sectores más emblemáticos y antiguos de la ciudad. Su ubicación cercana a algunos de los puntos más icónicos de Sevilla, como la Puerta Carmona, la Estación de Santa Justa y el vibrante barrio de Nervión, le confiere una gran accesibilidad y un encanto especial. Este barrio ha sido testigo de la evolución de la ciudad, conservando su esencia mientras se adapta a los tiempos modernos. Calles llenas de historia, edificaciones de época y una gran vida local hacen de San Roque un sitio ideal tanto para los residentes como para los visitantes que buscan sumergirse en la auténtica Sevilla, a la vez que disfrutan de una amplia oferta de restaurantes, bares y comercios. Aquí, entre el bullicio de Amador de los Ríos, la calle que insufla más vida al barrio, se encuentra el Restaurante Rafael Ruiz. Su ubicación lo convierte en una parada obligada para quienes desean disfrutar de la gastronomía local en un ambiente acogedor y auténtico.

Este espacio es el resultado de una historia familiar tejida con paciencia, tradición y mucho cariño. Francisco Ruíz, su fundador, no dudó en ponerle el nombre de su hijo a este proyecto que, más que un restaurante, es una extensión de su hogar. Desde el primer día, lo mejor para él ha sido ver cómo los clientes vuelven, satisfechos, sabiendo que detrás de cada plato hay una historia y un cuidado que se nota en cada bocado. Inspirado por los años en que su esposa Pili aprendió el arte de la repostería en la pastelería de su familia, Francisco adoptó en su cocina esa misma filosofía del “a fuego lento y sin prisas” . Y es que lo que se cocina con tiempo sabe distinto, sabe a casa. Con un aire claramente andaluz y rural, la decoración invita a sentirse como en casa. Las paredes están adornadas con utensilios tradicionales —sartenes de hierro, cucharones de madera, damajuanas verdes y botellas de vidrio antiguo— que evocan las cocinas de antes. Los muebles de madera clara con sillas de enea aportan sencillez y confort, mientras que el suelo de barro cocido y los techos con vigas vistas realzan el encanto rústico del espacio. Las lámparas de estilo vintage refuerzan esa atmósfera acogedora, y los pequeños detalles —como las ristras de ajo— hablan de una cocina hecha con mimo y tradición. Pero lo que realmente marca la diferencia es el trato. Aquí no hay clientes, hay amigos. El cocinero mima cada receta, y los camareros conocen a sus comensales como si fueran de la familia.

Aquí todo se prepara con productos seleccionados uno a uno, respeto por la tradición y una convicción clara: lo sencillo, cuando se hace bien, emociona. La carta refleja esta filosofía desde el primer bocado, con una cuidada selección de entrantes como la ensaladilla de gambas, los aliños de patata con melva y zanahorias, el salmorejo con huevo y jamón, las croquetas de jamón o los buñuelos negros de bacalao con alioli. También hay opciones frescas como los daditos de salmón marinado o la ensalada de burrata con tomate seco. En el apartado de pescados, la calidad es protagonista con propuestas como las coquinas de Huelva, gallo San Pedro, boquerones en adobo o fritos, calamares de potera, chipirones a la plancha, gambas al ajillo y rosada empanada con mahonesa kimchi. Para quienes buscan platos más contundentes, la cocina ofrece clásicos como el atún rojo en tomate, la carrillada ibérica en salsa, el solomillo al whisky, la presa ibérica de bellota, el cachopo de ternera con roquefort, y otras opciones originales como el risotto de confit de pato, la mousaka de berenjena y atún, o el brioche de pollo al curry con humus y cebolleta. El final dulce lo ponen postres caseros como el tocino de cielo, el tiramisú, las tartas de queso —con frutos rojos o chocolate—, la torrija de brioche caramelizada o los helados artesanales de vainilla y dulce de leche.

Como podéis comprobar, aquí no hay fuegos artificiales, ni pretensiones: solo buena cocina, hecha con ganas, como en casa… En el Restaurante Rafael Ruiz la cocina nace del cariño, se cuece a fuego lento y se sirve con alma. Todos los platos se elaboran con ingredientes frescos, seleccionados a diario de proveedores locales que comparten la misma pasión por la calidad. Después de más de 25 años, el alma de este lugar sigue siendo la misma: un rincón sevillano donde cada plato cuenta una historia y donde cada mesa puede convertirse en el escenario de un nuevo recuerdo. Hoy, esta mesa también es vuestra. Nos ha encantado conocerlos.

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