López de Gómara, 11, 41010 Sevilla
En el corazón de Triana se está gestando una transformación silenciosa pero relevante en la escena gastronómica local. Una nueva generación de bares y tabernas está reclamando su espacio con una propuesta que parece sencilla sobre el papel, pero que no todos saben ejecutar con éxito: mesas altas, tapas de toda la vida, precios accesibles y cerveza helada servida con oficio. Bajo esa fórmula, emerge una visión renovada de la hostelería que prescinde de artificios para devolver el protagonismo a lo esencial: el sabor, la autenticidad y el trato cercano. Uno de los referentes más sólidos de esta corriente es La Cabra Loca, un local ubicado en la calle López de Gomara que, en apenas dos años, ha logrado consolidarse como un imprescindible del tapeo sevillano. En este espacio no hay lugar para el postureo ni para platos diseñados para las redes sociales. Lo que sí hay es cocina honesta, tapas generosas y un enfoque claro: ofrecer calidad sin sobrecostes. Aquí, tapear como antes es posible, pero con una frescura que ha conectado tanto con los vecinos de siempre como con una nueva clientela joven que busca autenticidad sin renunciar al bolsillo.
La Cabra Loca es uno de esos sitios que se descubren por el boca a boca. Y no falla. Abierto hace dos años, lo que empezó como un bar discreto se ha convertido en una joya conocida por su pisto con huevo frito, sus albóndigas de choco, o su sorprendente y bien traída versión de los tacos de cochinita pibil. A pesar del nombre, el local es todo menos caótico: aquí se viene a comer bien, rápido y con la tranquilidad de saber que la cuenta no te va a dar un susto. Al frente del proyecto encontramos a Jesús, Fátima, José, que es el cocinero, y su ayudante Encarnación. Profesionales con larga experiencia en el sector que se conocieron trabajando en la Cervecería la Ronda, a poca distancia de este local. El interior de La Cabra Loca responde a una estética sencilla y funcional, fiel reflejo de su propuesta gastronómica. Una larga barra de aluminio pulido, limpia y sin adornos superfluos, domina el espacio, y guía al visitante hacia el fondo del local. Taburetes blancos metálicos y mesas altas conviven con un suelo de baldosas rústicas, que recuerda al bar de toda la vida. La iluminación fría, tipo cervecería, refuerza ese carácter directo y sin pretensiones, mientras que las paredes blancas se decoran con espejos envejecidos, cuadros, detalles taurinos y fotografías de cabras locas, una sutil declaración de intenciones que combina humor e identidad. Fuera, bajo los soportales de López de Gomara, una terraza concurrida completa la experiencia, ofreciendo un espacio perfecto para quienes prefieren tapear al aire libre. En conjunto, La Cabra Loca logra equilibrar la autenticidad de la taberna clásica con un aire actual, sin caer en fórmulas prefabricadas.
La carta se mueve entre lo tradicional y algún que otro capricho moderno, pero siempre desde una cocina que respeta el producto y se atreve con combinaciones sencillas pero efectivas. Tapas para picar como las papas alioli con langostinos, berenjenas fritas con miel, 4,00€, solomillo whisky o mojo 4,50€, lagrimitas de pollo 3,80€, guisos caseros como las espinacas con garbanzos 3,80€, sangre encebollada 3,50€ o el ya mencionado pisto con huevo 5,00€, o la carne con tomate 4,50€. Pescado frito como los chocos, adobito, chipirones plancha, bacalao frito 4,50€, boquerones, puntillitas o tortillitas de camarones 4,00€. Montaditos especiales como el serranito, el piripi o el mantecaito, cochinito con huevo plancha, pollo o lomo con roque, alioli o mojo 4,00€ o los clásicos como el de pringá, langostinos alioli, jamón y roque o jamón y salmorejo. 3,80€. Para compartir, patatas (bravas, whisky, mojo, alioli) 4,00€, tacos de cochinita pibil 4,50€, revuelto de puerros y langostinos 9,00€ o huevos rotos con jamón 12,00€, son parte del repertorio que ha llevado al bar a conseguir una puntuación perfecta en Google, algo que hoy en día no es poca cosa.
La clientela es una mezcla equilibrada entre vecinos de toda la vida —que ni necesitan pedir porque Jesús ya conoce sus gustos— y nuevos adeptos que descubren el lugar casi siempre gracias a una recomendación personal. Y eso es, precisamente, lo que distingue a La Cabra Loca: haber conseguido convertirse en un bar de referencia en un barrio donde el listón está muy alto. En Triana, donde la tradición y la modernidad conviven con naturalidad, La Cabra Loca representa ese equilibrio buscado entre lo nuevo y lo de siempre. Comer bien, rápido y a buen precio no debería ser un lujo ocasional, sino una costumbre cotidiana. Y en este rincón del barrio, esa costumbre se ha convertido en una feliz realidad. Porque cada visita aquí deja la sensación de haber encontrado un lugar al que siempre apetece volver.