Baturrones Cervecería Marinera

Plaza de la Encarnación, 37 41003, Sevilla
Teléfono: 854 588 537

En una ciudad donde el pasado siempre se filtra por entre las rendijas del presente, hay nombres que se resisten a desaparecer. Casa Baturones, aquella cervecería mítica de la Ronda de Capuchinos, fue uno de esos lugares que marcaron una época en la Sevilla de la posguerra. Fundada por los hermanos Labat Baturones antes de que estallara la contienda civil, fue refugio y consuelo de muchas generaciones de sevillanos: un patio lleno de vida, cerveza bien tirada, pescado frito y un público que, pese a las penurias, encontraba motivos para brindar. El barrio de San Julián cayó bajo la piqueta en los años sesenta, pero su memoria quedó flotando, convertida en leyenda popular, bajo el apodo con que el pueblo rebautizó aquel templo: Los Baturrones. Hoy, a unos pasos de las Setas de la Encarnación, ese nombre revive con orgullo en un bar que no pretende imitar, sino rendir tributo. Los Baturrones actuales rescatan la esencia sin disfraz: cerveza cruzcampista con raíces, platos con sabor a barrio y un ambiente que mezcla lo tradicional con las formas de la hostelería moderna. No es una réplica, es una reencarnación. Un nuevo rincón donde la historia se sirve fría, espumosa y con alma de tasca sevillana.

Detrás de este rincón de pescaito frito y cocina tradicional —donde los montaditos conviven con una freiduría que permite llevarse el sabor a casa—, está el sello inconfundible de Ovejas Negras. Conocidos por reinterpretar la gastronomía sevillana con frescura, esta vez han apostado por mirar al pasado sin dejar de pisar el presente, rescatando no solo un nombre con historia, sino una manera de entender la hostelería: cercana, popular y sin artificios. La cercanía a las Setas de la Encarnación —ese icono contemporáneo que redefine el perfil del centro de Sevilla— le da a Los Baturrones un pulso especial. A dos pasos del corazón turístico más vibrante, el bar se convierte en punto de encuentro natural para quien busca algo más que una postal: un respiro auténtico entre tanto trasiego de visitantes, un refugio donde la esencia sevillana no se maquilla para la foto. Aquí, los turistas que vagan curiosos por el laberinto de la ciudad encuentran algo más que tapas: encuentran una historia que sigue latiendo en cada cerveza bien tirada, en cada plato de chocos fritos o de chacina variada. El bullicio cosmopolita que emana de las Setas se mezcla con el día a día, y en ese cruce de caminos, Los Baturrones ofrece una mesa compartida entre el ayer y el ahora. Sevillanos de siempre y viajeros recién llegados, brindan juntos bajo la sombra de una historia que, lejos de quedarse quieta, sigue escribiéndose en cada caña de cerveza.

El local ha pasado por una transformación radical que lo ha llenado de vida, carácter y mucha personalidad. Gracias al trabajo de Persevera Producciones, lo que antes era un espacio sin demasiada historia ahora respira autenticidad por todos lados. Han sabido mezclar lo viejo con lo nuevo de una forma muy natural: dejaron a la vista techos de vigas de madera, bóvedas de ladrillo y pilares metálicos que ahora parecen esculturas industriales. La barra central es el corazón del sitio, una U que invita a quedarse, con detalles de mimbre, cerámica y acero que hablan de artesanía y oficio. Los bajos de la barra, curiosamente, son antiguos cabeceros de cama rescatados del Hotel Alfonso XIII, una genialidad decorativa que añade historia y clase. Sobre ella, unas originales lámparas hechas a partir de mecanismos de toldos completan la escena con un guiño a lo ingenioso y funcional. Todo está pensado al milímetro, pero sin que se note: la luz cálida cae justo donde tiene que caer, los muros muestran sus cicatrices con orgullo y el suelo combina hidráulico original con cemento pulido sin perder coherencia. Es un sitio con alma, donde cada rincón parece contar una historia. Y si lo de dentro ya sorprende, espera a salir fuera: la terraza bajo las Setas de la Encarnación es puro espectáculo, con mesas y sillas de tijera que se abren como un campamento urbano donde apetece pasar horas. Es imposible no sentirse a gusto aquí. Llegamos temprano y preguntamos por Carlos, al que ya conocíamos de la Chunga. El personal de Los Baturrones es un lujo: agradable y profesional, cuidando cada detalle con la alegría que surge de desempeñar su labor en un entorno motivador.

En 1929, el estadounidense Clarence Birdseye inventó un sistema para conservar los alimentos en frío, pero tardaría en llegar a España, por ese motivo el pescado sobrante de las pescaderías se aprovechaba de una manera muy diferente: se freía por las tardes y se vendía al peso envuelto en papel, creando el primer “take away” de la historia. Este sencillo pero sabroso hábito se ganó el corazón de los sevillanos, convirtiéndose en una tradición popular que se ha transmitido de generación en generación. En Los Baturrones, nuestra tradición de freír el pescado es la gran protagonista: chocos (10,50 €), adobo (8,00 €), choquitos de trasmallo (8,50 €), pavías de merluza (2,50 €) o la irresistible tortilla de camarones (3,50 €). Junto a estos manjares del mar, no pueden faltar la ensaladilla de gambas al ajillo (3,80 €/8,50 €), las papas aliñás (3,50 €/7,00 €) o la mojama con almendritas (4,50 €/9,00 €), ideales para abrir boca. Si os va lo de compartir, no dejéis pasar el marisco fresco: zamburiñas, patas rusas, gambas blancas por 6,90 € o langostinos por 7,90 €, todo gracias a Álvaro López, de Pescadería Selecta La Almadraba, socio del proyecto y proveedor de confianza. También tenéis montaditos con sabor a tradición, como el de pringá (2,90 €), carne mechá con salmorejo (3,90 €) o el serranito (3,90 €). Para algo más contundente, hay panes gourmet (todos a 12 €) con rellenos como bacalao ahumado o sobrasada con miel. Las chacinas y quesos ibéricos (desde 2,50 € los 50 g) son un acierto seguro si queréis picar con una copa de vino. Y para el dulce final, la tarta de queso (6,90 €) o el tocino de cielo (8,00 €) os dejarán con ganas de volver. Todo esto acompañado de un botellín fresquito (1,50 €), un tinto de verano (3,00 €) o lo que os apetezca. No aceptan reservas, pero entre la terraza, la barra y el comedor, seguro que encontráis vuestro sitio.

La decisión del grupo Ovejas Negras de apostar por una hostelería más clásica en Sevilla responde a una combinación de estrategia empresarial y sensibilidad cultural. En un contexto saturado de máscaras de modernidad y acrobacias “gastrohipsters”, muchos clientes buscan autenticidad y conexión con sus raíces. Por eso reaparecen con fuerza símbolos como el pescaito frito, el papelón de chacina o la caña bien tirada. Este regreso no es un ejercicio de nostalgia, sino una reinterpretación actualizada y cuidada de lo tradicional. Se trata de ofrecer calidad, ambiente, eficiencia y sabor, todo en su justa medida. El turista quiere experiencias locales reales y el sevillano redescubre lo propio con orgullo. Son muchos los artículos que se han copiado y pegado de la nota de prensa aportada por la empresa para hablar de esta apertura, pero pocos —o ninguno— de los que los firman han ido a probarlo realmente. Y aun así, y como siempre, no solo exponen, también se atreven a opinar. Nosotros nos hemos sentado, hemos pedido, hemos probado. Y podemos afirmar que Baturrones es un bar de los de siempre, diseñado al milímetro para parecerlo sin forzar nada. La experiencia no es espontánea, pero está tan bien ejecutada que lo parece. Desde la carta marinera hasta el ambiente, todo está pensado con gusto y coherencia. Hay bullicio, fritura, cerveza fría y una atmósfera que os sumerge en la esencia misma de Sevilla. El espacio combina tradición y funcionalidad sin estridencias, logrando un ambiente que parece haber estado siempre ahí, aunque sea nuevo. Por eso, seas local o visitante, en Baturrones sentiréis Sevilla servida en cañas, tapas y autenticidad. El equipo de Ovejas Negras os espera en la Plaza de la Encarnación, y la verdad: no se les puede pedir más.

Compártelo en tus redes sociales

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.