Plaza de Doña Elvira 4, 41004 Sevilla
En Sevilla, el montadito es mucho más que un simple bocado: es una institución gastronómica profundamente arraigada en la cultura del tapeo. A medio camino entre el aperitivo y la comida informal, ha dado lugar a numerosos bares y cadenas especializadas que han convertido esta forma de comer en un fenómeno social. Estos establecimientos apuestan por la variedad, la inmediatez y la posibilidad de compartir, lo que los hace especialmente atractivos para locales y turistas por igual. En ciudades como la nuestra, donde el tapeo es un ritual cotidiano, el montadito se ha reinventado una y otra vez, mezclando tradición con toques contemporáneos. En este contexto nace Salpicón Montaitos Bar, un concepto que pone al montaito en el centro, pero lo eleva con una mirada más creativa y cuidada. Ubicado en el corazón del barrio de Santa Cruz, Salpicón ofrece una carta enfocada en estos bocados pequeños pero intensos, pensados para un público que busca autenticidad sin renunciar a la calidad ni a la sorpresa. Más que una versión rápida del clásico montadito, aquí cada propuesta está diseñada con atención al producto, con combinaciones que reinventan sabores tradicionales y los adaptan al paladar cosmopolita del viajero que recorre Sevilla.
Lejos de ser solo un enclave turístico, el Barrio de Santa Cruz es también un paraíso para los paladares inquietos. Entre callejuelas con siglos de historia y fachadas que respiran leyenda, Salpicón llega para aportar sabor, carácter y una experiencia diferente en un entorno donde el tiempo parece haberse detenido. Este nuevo proyecto gastronómico es una idea de la Familia Sal Gorda: los hermanos Cabrera —Elías, Ahitamy y Antonio— junto a su inseparable socio Javier Pascual, ese “cuarto hermano” imprescindible. Su pasión por la cocina y su visión contemporánea del recetario andaluz se trasladan ahora a este nuevo concepto, más informal pero igual de cuidado. En Salpicón, el montaito no es solo protagonista: es la razón de ser. Pensado para quienes visitan el barrio y buscan una forma sabrosa, informal y auténtica de conocer la cocina local, este pequeño bocado se convierte aquí en un formato versátil, reinventado con ingredientes de calidad y combinaciones sorprendentes.
La decoración de Salpicón combina una estética cálida y contemporánea con detalles que evocan una atmósfera íntima y cuidadosamente curada. El espacio destaca por su mobiliario sencillo y moderno, suelos de mosaico que aportan un toque artesanal, y una impresionante vitrina de sifones antiguos que actúa como eje visual del salón. La luz natural entra por amplias ventanas decoradas con macetas colgantes, generando un ambiente fresco y acogedor. Paredes descarnadas de ladrillo visto, arcos de piedra originales y su cuidada iluminación en tonos cálidos refuerzan el encanto del lugar. En ellas cuelgan obras del artista urbano sevillano Seleka —reconocido por su trayectoria en el graffiti y su evolución hacia el arte contemporáneo—, considerado uno de los pioneros del graffiti en Andalucía, aportando una identidad visual potente y auténtica. A todo esto se suma una coqueta terraza con mesas bajo los naranjos de la Plaza de Doña Elvira, que invita a disfrutar de la experiencia gastronómica en un entorno único del corazón de Sevilla.
En Salpicón podéis disfrutar de versiones creativas como el sabroso Martecaíto (el clásico sevillano pero de pescao), con tartar de atún rojo y salsa al whisky (9,90 €), la Pringá (no pullet) del cocido (7,90 €), el Serranito de cerdo “La CBO d’aquí” (9,90 €), la tortilla jugosa con trufa “Omelette en pan te metes” (7,50 €), las albóndigas de vaca vieja “Petaco” (9,50 €), el steak tartar “Tar, Tar y Tal” (8,90 €), clásicos como el chicharrón gaditano “Pichita” (8 €), el montaito de atún y pimientos “Mar and Country” (7,90 €), el “Fish and Cheese” con anchoa y queso de cabra (8,50 €) o exquisitas combinaciones como ‘La ‘Quina’, que une sobrasada mallorquina con queso Comté (7,50 €). Pero Salpicón va más allá del pan: Croquetas de cecina y tuétano (1,90 €/ud), ensaladilla de anguila ahumada (7,50 €), patatas chips con salsa de chorizo (5,90 €), ventresca de atún rojo con papas aliñás (8,50 €), guiso de setas con velouté de pollo (8,50 €), tartar de jamón ibérico (9,90 €), pez limón marinado con escabeche de wasabi (9,90 €), mojama de atún con ajoblanco e hinojo (9,50 €), canelón de corral con foie (10,50 €), bacalao confitado al pil pil de plancton marino (12 €) o lubina adobada con zanahoria encurtida (12 €); sin olvidar las tablas de embutidos serranos (8,50 €) o quesos (12 €), ideales para compartir con una copa de vino en su preciosa terraza bajo los naranjos. La cerveza y el tinto de verano, 2,90€. La carta especifica que su chef ejecutivo es Elias Cabrera.
En definitiva, disfrutar de un montaito en Salpicón va más allá de una simple parada: es captar en cada bocado el espíritu genuino de Sevilla. Es conectar con la tradición culinaria desde una mirada fresca y actual, detenerse en medio de las calles empedradas y el aroma de los naranjos para saborear la gastronomía más auténtica de la ciudad. Es regalar al paladar una experiencia intensa que, aunque pequeña en formato, está llena de carácter, sabor y sentimiento. En un barrio donde cada rincón cuenta una historia, Salpicón Montaitos Bar escribe la suya propia: una nueva manera de entender el tapeo, con alma, con oficio y con el sello inconfundible de la familia Sal Gorda. Porque a veces, lo más grande cabe en un montaito.