Calle Feria, 109 41002 Sevilla
Teléfono: 954 96 47 32
En muchas familias chinas, especialmente en ciudades cosmopolitas como Shanghái, es común que los nombres o apodos se romanizen de forma personalizada. Así nace “Goyi”, que puede ser un alias familiar, un nombre artístico o incluso un apodo basado en los caracteres chinos 工戈 (Gōng Yì). Esta combinación —工, que significa “trabajo” o “técnica”, y 戈, una antigua arma china— puede interpretarse también como una metáfora de la “fuerza a través del trabajo”, una idea que encaja a la perfección con el espíritu del lugar. Hoy hablamos de un local que lleva tres meses abierto en la calle Feria y que está regentado por una familia de Shanghái. Goyi es uno de esos locales de moda entre la comunidad china emprendedora, donde la tradición se mezcla con la innovación. Aquí no se pide al camarero: se hace todo desde una tablet, en una interfaz minimalista y directa que refleja la eficiencia del lugar. El menú es un mapa del este asiático: platos que combinan lo mejor de la cocina china regional, especialmente del este del país, con influencias de la gastronomía japonesa y toques de otras cocinas del sudeste asiático.
Goyi es un precioso local que ocupa el espacio donde antes estaba Trashumante, transformado ahora en un lugar decorado con una estética que fusiona lo oriental y lo tropical. De forma rectangular y gran profundidad, mantiene su estructura original con la barra a la entrada y grandes cristaleras que dan a la calle Feria, donde también hay alguna mesita exterior. Al cruzar el umbral, la decoración se vuelve exuberante: vegetación colgante del techo, grandes plantas en macetas, un árbol de flor de cerezo rosado y un piano antiguo crean una atmósfera onírica y acogedora. Las paredes verdes sirven de fondo a estanterías decorativas y biombos de inspiración asiática que separan espacios, mientras que el suelo en espiga de madera guía al visitante hacia un comedor vibrante, lleno de color y detalles. Las mesas de mármol blanco con patas doradas se combinan con sillas tapizadas en terciopelo liso y estampados florales, en un entorno iluminado por lámparas colgantes que proyectan una luz cálida y puntual. Paneles murales con marcos rojos y motivos florales completan el conjunto, evocando los clásicos biombos orientales y sumergiendo al comensal en una experiencia estética muy cuidada.
En Goyi conviven, sin estridencias, unos xiao long bao (empanadillas al vapor típicas de Shanghái, 5,50 €), junto a donburis, gyozas, sopas ramen (5,80 €) e incluso reinterpretaciones de clásicos callejeros del sureste asiático como el karaage wakadori (pollo frito japonés, 5,95 €), los spring rolls vegetales (6,95 €) o el pato a la plancha con salsa teriyaki (9,95 €). La carta apuesta por lo compartido, por la variedad, con entrantes como la ensalada de algas marinas (4,50 €), el tofu frito (5,50 €) o los rollos Goyi (4,50 €), y no renuncia a los nigiris, makis, uramakis o sashimis, elaborados al momento y con producto fresco. Entre los uramakis más llamativos destacan el de langostino en tempura con aguacate y mayonesa (7,90 €) o el Crunch de foie con salsa teriyaki (8,50 €), junto a temakis de salmón (4 €), gunkans de anguila (4,80 €) o tartares de atún con mantequilla de trufa (9,90 €). También hay sitio para platos clásicos como el arroz frito, el yakisoba o las costillas fritas al estilo asiático (9,50 €), en una carta que invita a probar y compartir sin prisas, ni pretensiones.
El servicio refleja cierta falta de rodaje, con una coordinación algo caótica entre la familia china y el personal de habla hispana, que a veces se traduce en malentendidos y desajustes con el sistema de comandas por tablet. Aun así, la comida llegó con rapidez y sin errores de cocina, lo que compensa en parte la confusión en sala. La cuenta final fue de 52 euros por una cena para tres personas, un precio ajustado para la cantidad y variedad probada. Goyi aún tiene margen de mejora, pero resulta una opción interesante en la zona si se busca algo diferente, colorido y sin demasiadas pretensiones. Nada del otro mundo, pero con potencial.