Casa Marciano Sevilla

Calle Reyes Católicos, 25 41001 Sevilla

Hace casi un siglo, en el corazón del casco antiguo de Sevilla, existió un ultramarinos que fue mucho más que una tienda: Casa Marciano. Fundada por Marciano Díaz en 1928 en la calle Lineros, aquel establecimiento pronto se convirtió en referente de calidad y buen hacer. Era un espacio donde los sevillanos encontraban no sólo jamones, chacinas, conservas o dulces, sino también cercanía, confianza y el gusto por las cosas bien hechas. El mostrador de madera en forma de Z, las lámparas que narraban la evolución de la luz en la ciudad, la pata de jamón legendaria de más de 18 kilos… cada rincón de Casa Marciano contaba una historia. Durante décadas, aquel ultramarinos fue un símbolo de Sevilla, un lugar donde la Navidad, con sus escaparates desbordantes de turrones y frutas escarchadas, se vivía como un acontecimiento de barrio. El cierre definitivo en 1991 dejó un vacío difícil de llenar, pero la memoria colectiva nunca olvidó ese nombre. Hoy, casi cien años después, Casa Marciano vuelve a abrir sus puertas para reivindicar que Sevilla nunca pierde del todo lo que ama.

La resurrección de Casa Marciano no es casualidad ni nostalgia gratuita. Detrás se encuentra El Grupo Trifulca, la división de Factoría Serendipia dedicada a la restauración. Esta empresa sevillana trabaja con empeño en rescatar y dar nueva vida a los nombres y espacios que forman parte del patrimonio sentimental de la ciudad. Su visión va más allá de abrir un negocio: se trata de rescatar la esencia de la abacería sevillana, reinterpretándola para el presente sin que pierda su autenticidad. Por eso, la elección de Reyes Católicos, en pleno barrio del Arenal y frente al Puente de Triana, tampoco es azarosa. Allí, donde la ciudad late con intensidad y el tapeo forma parte del día a día, renace Casa Marciano. Grupo Trifulca ha concebido este proyecto como un homenaje a la Sevilla de siempre, aquella que encontraba en la barra un lugar de conversación, en la tapa un pequeño festín y en el vino un brindis compartido. Se trata de traer al presente una manera de vivir Sevilla que parecía perdida.

Casa Marciano ocupa la planta baja del Hotel Lobby en Reyes Católicos 25. El local ha sido transformado en un homenaje a la estética sevillana contemporánea, sin perder la memoria del pasado. La terraza en forma de L, con mesas altas en la esquina de Reyes Católicos, funciona como un escaparate vivo: abierta al bullicio urbano, invita al tapeo espontáneo. En el interior, la decoración combina ladrillo blanco visto, madera cálida y cerámica andaluza, creando una atmósfera acogedora y sofisticada. La barra central, de madera y mármol, conserva ecos de las antiguas abacerías. Las estanterías altas con tarros y botellas aportan textura y profundidad, mientras que la iluminación cálida, con lámparas colgantes y focos indirectos, envuelve el espacio en una luz amable. En la planta alta, a modo de desván de lujo, se despliega un espacio más íntimo y teatral, con techos bajos, rincones recogidos y una decoración que rinde homenaje a las antiguas tabernas sevillanas: cabezas de toros, carteles taurinos enmarcados, y fotografías en blanco y negro que capturan el pulso de la ciudad. Aunque está pegado a un hotel de cinco estrellas, Casa Marciano se siente como un bar de barrio elevado: hay guiños visuales a la ciudad, ilustraciones costumbristas, y una paleta cromática que evoca el albero, el vino y la calidez del sur. Es un lugar donde la elegancia no excluye la cercanía, y donde cada rincón parece pensado para contar una historia.

La carta de Casa Marciano es un homenaje vivo a la cocina sevillana, una celebración del tapeo como rito cotidiano y como arte compartido. Su propuesta culinaria se despliega con alma de taberna y mirada contemporánea, profundamente enraizada en el recetario popular, donde cada plato parece susurrar historias de largas sobremesas y barras con solera. Las tapas, auténticas protagonistas del relato, se elaboran con productos frescos de mercado, tratados con mimo y presentados con una estética que tira de nuestra memoria, con cazuelas de hierro y platos de concha. La carta se estructura en tapas y raciones para compartir, con especial atención a los embutidos ibéricos, quesos artesanos y conservas premium. Apartados como Pasarratos, con unos chicharrones fritos extraordinarios 4,90€, salazones y ahumados como la mojama de Herpac, las anchoas en mariposa o los mejillones en escabeche, laterío “Los Peperetes”, aliños como la piriñaca con ventresca o las papas aliñás de Sanlúcar, clásicos como las croquetas de lomito ibérico, boquerones al limón, taquitos de choco de trasmallo, soldaditos de pavías de bacalao o ensaladilla 2,90€. No faltan guisos como la carrillada ibérica, espinacas con garbanzos, unas pochas con costillas riquísimas o el tomate frito con patatas y huevo. En carnes, destacan el pollo frito, pincho moruno, flamenquín de serranito o el solomillo al whisky. Los postres caseros cierran la experiencia con propuestas como la leche frita, el flan de queso o el tocino de cielo. La carta de vinos es amplia y bien seleccionada, con referencias andaluzas y nacionales que acompañan con elegancia. En conjunto, es una propuesta que respeta la tradición sevillana, pensada para el disfrute pausado y compartido.

El regreso de Casa Marciano no es sólo una apertura más en la vibrante escena gastronómica de Sevilla, es la recuperación de un símbolo. Un espacio que vuelve a recordarnos que la ciudad se construye con recuerdos, con sabores, con historias que se transmiten de generación en generación. En su nueva etapa, Casa Marciano ofrece lo que Sevilla pide cuando se sienta en una barra: cerveza helada que refresca hasta en agosto, vinos de Jerez que saben a raíz y a cultura, tapas tradicionales que no necesitan artificios, guisos que huelen a hogar y latas gourmet que devuelven prestigio a la abacería. Es un lugar para el sevillano que busca reconocerse en su memoria y para el visitante que quiere descubrir la ciudad a través de sus sabores más genuinos. Aquí la hospitalidad no se finge: se respira. Casa Marciano, fundado en 1928 y renacido en 2025, es la prueba de que lo que Sevilla ama nunca desaparece. Frente al río, en pleno Arenal, vuelve el ultramarinos que marcó época, ahora convertido en un bar con alma. Y lo hace con la misma promesa de siempre: memoria, sabor y verdad.

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