Como decía Unamuno: “Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte”. De eso se trata si haces una escapada al país Luso: Buscar tranquilidad, buena comida y desconectar de la rutina diaria.
Entramos en el país vecino por Badajoz y nos fuimos directos a Aveiro. una bonita ciudad denominada “La Venecia de Portugal”, por sus canales que atraviesan el centro. Viejas casas entre callejuelas y canales inundados de olor a sal y mar.
Los paseos en mouliceiros por los canales son frecuentes entre los turistas. Los azulejos son otro de los sellos distintivos de la ciudad.
Puedes ir de vinos y aperitivos en uno de sus muchos bares o comer los platos estrella del Baixo Vouga en alguno de sus estupendos restaurantes. Una copa de oporto rosé y algunas fotos después entramos a comer en uno de los locales emblemáticos de la ciudad, O Telheir. Restaurante tradicional portugués. A su comedor principal se accede de una forma muy peculiar, ya que está detrás de la barra y hay que pasar detrás de ella por una entrada muy estrecha, justo al lado de las brasas.
Como en la mayoría de restaurantes portugueses cada plat
o es para compartir, aunque en este restaurante se pueden pedir medias raciones. La estrella es sin duda el bacalao as natas. Una auténtica delicia. Advierto que con una media para dos y otra media de arroz de Peixe e Camarão o el tamboril (con gambas y rape), sale uno muy bien comido.
Otros platos que elaboran muy bien son el pulpo a la brasa, las lulas grelhadas (chipirones a la plancha) y los gambones. Cualquiera de estas opciones más el bacalao conforman una comida de altura. La cuenta final para dos 46 euros.
Siguiente parada, Oporto. Dice un refrán portugués que “Lisboa se divierte, Coimbra canta, Braga reza y Oporto trabaja”. Esta ciudad tiene un cierto aire británico, desde que se asentaron allí los comerciantes de vino ingleses. Oporto es ideal para pasear por sus calles inclinadas y tomar un vino con un aperitivo en la orilla del rió. El punto decadente de sus calles es lo que le da ese ambiente tan interesante. La oferta hostelera de esta ciudad es enorme.
A primera hora tenéis que ver el 
Mercado do Bolhao con ese aire caduco y nostálgico. Este viejo mercado de abastos es uno de los mejores lugares para apreciar la esencia de Oporto. Antes de elegir un vino, lo mejor es hacer una cata en las distintas bodegas de Vila Nova da Gaia, en la otra orilla de la ciudad.
Si estáis por la noche junto al río tenéis que parar en Wine Quay bar en Muro dos bacalhoeiros 112. Unos quesos portugueses y un buen vino de la ribera y podréis pasar un rato estupendo por muy poco dinero.
En el centro hay un sitio escondido muy recomendable. Se llama Tapabento en Rua da madeira 222. Un pequeño local con una comida casera exquisita. Nosotros pedimos berenjena, unos riquísimos mejillones y una espectacular tabla de quesos que con las bebidas no llego a 20 euros por persona. Los dulces son otras de esas cosas que hay que probar; pasteles de nata o tartaletas de zanahoria y cabello de ángel.
Después de un par de días en Portugal entramos en España por Salamanca y fuimos directos a La Alberca por la Sierra de Francia. El otoño en estos bosques es algo increíble. El colorido de la vegetación te hace parar el coche para sacar un buen recuerdo fotográfico.
Una mahou en la plaza del pueblo con una tapa de oreja, morro, jeta o panceta es muy recomendable. Tras un paseo para comprar queso, chacina y unas castañas nos fuimos a comer a La cantina de Elias, en la entrada del pueblo. Pedimos vino de la casa, patatas revolconas, croquetas de boletus y un tostón de cerdo asado que no os puedo describir, algo sensacional. Es más, si pasáis por aquí pediros un buen plato de cochinillo y listo.
La siguiente ciudad, ya camino de casa, fue Cáceres. Perderse en la ciudad vieja es una experiencia única. Declarada Patrimonio de la Humanidad es un sitio mágico para hacer fotos de cada rincón. La Casa del Sol, la Torre de Bujaco o el Arco de la Estrella son algunos de sus monumentos más bellos. Ademas siempre podéis comer en Atrio en la Plaza de San Mateo si queréis disfrutar de uno de los grandes restaurantes del país, con un menú degustación de 129 euros por persona.
Paramos a tomar algo en Tapería Yuste en Plaza San Juan, 13.. Pedimos vinos Extremeños y varias tapas: carpaccio de ternera Extremeña, creppes de espinacas y ricotta y presa ibérica con Torta del Casar. De todas formas os movéis por la zona de la Plaza Mayor puedes tapear estupendamente por muy buen precio. Espero que os haya gustado esta escapada. Si os animáis a hacerla, ya me contaréis que tal os va.
